Pero, ¿cómo dos hombres son capaces de ser
referentes de la literatura universal sin la necesidad de la escuela? No cabe
otra explicación sino que través del rol del Estado y la sociedad en la
formación y educación de sus ciudadanos y ciudadanas; Y en estos dos casos en
particular, claro está, le agregamos la pericia personal y el
autodidactismo.
Por estos días la escuela ha cambiado de
lugar. Ese lugar llamado escuela que para miles de estudiantes más pobres y
desprotegidos de nuestro país es sinónimo de pan, techo y abrigo, ha tomado
posición en sus propios hogares, moradas que muchas veces equivalen a
desprecio, violencia y abuso. Y ahí recae arbitrariamente el debate: ¿cómo
hacemos para conectar el espacio tiempo de la escuela con el espacio y tiempo
de la casa? Acotando la problemática en el desempeño y creatividad del y la
profesora y si las familias, como mero dato, poseen o no acceso a internet.
Marginando del análisis la realidad material y socio-económica de los y las
estudiantes y sus familias.
Pero, ¿por qué exigir exclusivamente al
maestro y la maestra el ejercicio de educar? ¿Por qué delimitar la solución del
problema al uso de plataformas y la entrega de guías impresas o no? ¿Cuál es la
concepción de las familias y la sociedad en su conjunto sobre la educación y la
escuela? Indudablemente posterior a la pandemia nos enfrentaremos a cambios
profundos en el uso de las nuevas tecnologías, teletrabajo y educación a
distancia, lo que traerá un nuevo desafío al gremio de maestros y maestras. Sin
embargo, como en la actual situación, no es ni debe ser responsabilidad sólo
del gremio la cuestión de la educación y la escuela.
Debemos impulsar un gran Debate Nacional, en
el marco del Proceso Constituyente, sobre qué queremos y cómo queremos que sea
nuestra educación en general y la escuela en particular. Es innegable que el
paradigma de la ideología del progreso y ascenso social a través de la
educación y una escuela liberadora per se
es una quimera que el neoliberalismo montaraz terminó de enterrar. La
permanente conflictividad en las escuelas y el endeudamiento de miles de estudiantes
es prueba de aquello; La educación y la escuela no es solo, como el filme de
Hirokazu Koreeda, un asunto de familia.
Es también un problema como sociedad y de Estado. Hoy es indispensable exigir
al Estado que ponga a disposición de la educación todos los recursos posibles,
y no solo recursos económicos, y no solo por la coyuntura de la pandemia.
Debemos desprendernos, como familias, de esa idea neoliberal que la educación
de nuestros hijos/as es exclusiva labor del maestro o la maestra y la escuela.
La educación y la escuela es deber de toda una sociedad amparada en un Estado
comprometido con su ciudadanía.
Tenemos el deber y el derecho de convertir
nuestra sociedad en una sola y gran escuela, para que nuestras escuelas puedan
ser el prístino refleja de una sociedad nueva que aún no germina. Parafraseando
a Nuccio Ordine, debemos forjar una
escuela para la vida, considerando que nuestra vida también puede ser una
gran escuela, en la cual podamos contar con ciudadanos y ciudadanas, al igual
que los personajes de Manuel Rojas y Roberto Bolaño, que sean capaces de compartir
un vaso de leche o escribir una novela mientras se es nochero de un parque.
Autor: Rodrigo Ortega, Profesor de Castellano, Región de Valparaíso.
Autor: Rodrigo Ortega, Profesor de Castellano, Región de Valparaíso.
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