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Modo suspendido (Sebastián Godoy)

Me tomé una pausa para escribir en tiempo de cuarentena, me ayuda a descongestionar la mente del aluvión de información que pregona desde el oficialismo hasta lo que se cuenta en el wasap y reuniones familiares virtuales, porque, la pandemia es siempre el tema de conversación. La cuarentena instaurada, una medida obligada para algunos privilegiados y opcional para los excluidos (40% según dice la OIT trabaja en forma informal en el Chile del Estado Neoliberal de Pinochet), aquella, se vuelve agobiante y asfixiante en un sentido mental y corporal por la incertidumbre y el desorden administrativo que se ha vuelto la norma. Y es natural, porque tratar de negociar para mantener la escandalosa economía de libre mercado, el crecimiento y desarrollo - dicen ellos - , al que yo le llamo la imposibilidad de seguir manteniendo a esa minoría rica insaciable, capaz de sacrificar a los más pobres para mantener sus negocios y privilegios, ganados a base a sangre y balas a lo largo de la breve historia de Chile. Veamos, esto comienza así...

Desde la lejana China veía como la gente y un enorme Estado completo se movilizaba contra un virus, una organización de un tamaño a nivel micrómetrico, que inicia modificando sus minúsculas moléculas de su ADN, dicha partícula de la naturaleza que estaba contenida temporalmente en los animales, salta de allí, para cambiar por completo la vida de todo el planeta. Los chinos y otros países asiáticos, más autoritarios o liberales, de izquierda o derecha, pero confucionistas todos, al fin y al cabo, lograron pausar y controlar el virus dejando una estela de muerte y secuelas para generaciones completas. Se dice que por fin oriente, volverá a tener la hegemonía mundial, es altamente posible, pero no me quiero detener ahí.


Mientras tanto, occidente era crítico y juzgaba el actuar de esas culturas, y bueno que sucedió, como dicen los chilenos, "hay que estar en el zapato de los otros", producto de la vanagloriada globalización capitalista, no exenta de opresión y miseria para los alternos, el virus se movió rápidamente a occidente con mayor letalidad, con mayor descontrol y nos pilló en una profunda crisis de las políticas del libre mercado, sumado a una cultura individualista, maleducada y hedonista que minimizó los alcances del "corona". Aquí incluimos a los hijos de la élite y a la clase política y empresarial de éste continente, salvo, pequeñas excepciones.Y no lo hicimos mejor que los chinos, no era tan simple, ni tampoco pasajero, y aparecen miles de teorías conspiracionistas desde la izquierda hasta la derecha: "fue un invento de los chinos para quedarse con la hegemonía mundial e instaurar el comunismo", dicen unos, "fue un invento para acabar con los procesos sociales", dicen otros. Sinceramente, no es ni lo uno ni lo otro. El virus surge en China, la industria del planeta que moviliza el sistema capitalista de hoy, ni más ni menos, por muy comunista que sea el nombre de su Partido, al depredar la naturaleza, el equilibrio natural se rompe e impulsa a ciertas elementos de ella a cambiar, y los cambios son al azar, aquello tarde o temprano trae consecuencias y muchas de ellas altamente nocivas. Unos dicen "es la señal de que el hombre a traicionado a Dios y producto de sus muchos pecados, deberemos pagar", el tema es que no todos pagamos, ni pagaremos igual, no todos tenemos la mismas responsabilidades y no tenemos porqué asumir siempre de igual forma esas consecuencias, incluso muchos, no tendríamos que recibir ninguna, pero bueno no es el tema que quiero profundizar.

Continuando con este relato, en Chilezuela, impusieron a toda costa mantener la máquina avasalladora de la producción: "los trabajadores, si pueden (y deben), cambiarán a teletrabajo" dijo el envejecido tiranosaurio de manos cortas, que intenta revivir desde el Cretácico y se esmera en mirar, que tanto sube en las encuestas. "Y bueeeeno", como dicen los argentinos, se incluye la labor docente: clase "on line", en "streaming", "sincrónicas", "asincrónicas", dicen los letrados de las ues, medida que en el mayor de los casos agrava la precariedad de miles de hogares. Proceso educativos hay, pero no oficiales del curriculum. Más que todo se intenta lo de siempre: instaurar una aparente normalidad en la más descabellada y neurótica realidad del "corona". Y aquí seguimos, en esta historia, viendo como las marchas de refrescante esperanza para muchos, terminaron, como reflexiones profundas en torno a la contingencia con mis estudiantes se diluyeron, viendo como muchos se contagian o fallecen día a día y se realiza un show televisivo para infundir un miedo que es razonable. Nadie quiere las consecuencias del corona, pero como siempre se ha hecho y se seguirá haciendo, el sacar provecho político para sustentar un muerto, asesinado el 18/O. Yo me pregunto, si aún sigue viva esa rabia, esa fuerza, esa chama (como dicen los aymaras) o el newen de los mapuche en el corazón de los pueblos de Chile,en esa lucha nos estamos jugando la vida de aquí a 50 años más, dicen los cientistas sociales. ¿El virus será tan fuerte como para destruir el anhelo de ese otro Chile, de ese otro mundo? Yo sueño, me gusta soñar...es la droga de mis días que me impulsa a caminar inclusive ahora. Y sueño que Chile se emancipa, el inicio de todo el mal de Pinochet y la CIA de 1973, se muere y acaba aquí, cuanto podríamos cooperar a nuestra gente de todo este país y también a nuestro continente que anhela lo mismo que anhelamos aquí. Mientras tanto, seguiremos "pausados" entre clase dominante que anhela el control y el corona que amenaza con colapsar el ya destrozado sistema público de salud y terminar con la vida de miles. La creatividad... ¿será la respuesta?, ¿en realidad tenemos tan pocas opciones?... Viene a mi mente las palabras del líder y revolucionaro aymara, Tupac Katari:
Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti, waranqa, waranqanakaw tukutaw kut'anipxani
«A mí sólo me matarán, pero volveré y seré millones»


Autor: Sebastián Godoy. Profesor de Biología en el Liceo José Cortés Brown, Viña del Mar (región de Valparaíso).




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